Ahora bien si cualquiera de los obreros de 1855 levantara la cabeza y viera lo que tenemos, se sorprendería de ver lo poco que hemos mejorado, porque si bien es cierto que tenemos unos derechos ampliamente superiores a los que ellos tenían, también es cierto que si nos seguimos aburguesando y despreocupándonos al final volveremos a las condiciones laborales de hace 150 años, o como lo vio Fritz Lang en su película de 1926 Metrópolis, donde los obreros del futuro mundo viven para satisfacer las necesidades de la clase dirigente y su voluntad de lucha ha sucumbido. Por eso nosotros tenemos que recoger el testigo y comenzar de a luchar por nuestros derechos de la misma forma que lo hicieron nuestros ancestros, con la misma fe y fuerza unidos por un único ideal, el de la mejora de nuestras condiciones laborales, el de el avance de nuestras sociedad hacia una más justa e igualitaria, por eso tenemos que implicarnos más, afiliándonos a los sindicatos, dando nuestra opinión sobre las cosas que nos afectan, tenemos que pensar que los políticos nos miran en la distancia y que en ocasiones están demasiado preocupados pensando en acceder al poder o en mantenerlo.
Por eso para luchar ahora hemos de vertebrar nuestra fuerza atraves de los sindicatos, hay que tomar el timón de estos y empezar de nuevo a luchar por la conciliación de la vida familiar con la vida laboral , por unos salarios dignos y proporcionados a los costes de la vida, hay que luchar de forma dura y frontal contra la deslocalización porque eso solo conlleva a mano de obra barata que en definitiva significa explotación laboral en otros países donde las libertades dejan mucho que desear. Hay que poner freno a los accidentes de trabajo concienciando a los trabajadores y a los empresarios, en definitiva hay que comenzar a tomar decisiones que hagan caviar las perspectivas de futuro de nuestra sociedad por que le futuro empieza hoy ahora.
Quiero concluir esto diciendo que no todo está perdido y que nada está ganado, no se trata de quedarse quieto mirando lo que hacen los demás, se trata de implicarse, se trata de aportar aunando esfuerzos en una misma dirección y ante todo se trata de pensar que los que el 2 de Julio de 1855 empezaron aquella huelga no obtuvieron nada de lo que pedían pero sentaron un precedente plantaron una semilla que fue creciendo poco a poco en el interior de cada trabajador y de dicha semilla ahora tenemos al gran árbol sindical que nos da cobijo con sus fuertes y frondosas ramas. Pero para que eso continúe debemos de seguir regándolo y nunca nos dejara desprotegidos.
Antonio Garcia Leal ®
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