viernes, 12 de diciembre de 2008

REFLEXIONES DE UN OBRERO SOBRE UNA CRISIS GLOBAL

En un momento en el que el planeta se ve inmerso en un ciclo económico negativo, producto de los incompetentes gurús de la economía mundial, en un periodo en el cual el mundo se esta resquebrajando por culpa de nuestro crecimiento exacerbado e incontrolado que está provocando el “cambio climático” del planeta, uno se hace la siguiente pregunta: ¿qué futuro le vamos a dejar a las próximas generaciones?.

El principal problema al que nos enfrentamos hoy, es precisamente saber con certeza que vamos hacer para solventar el enorme problema internacional generado por tantos y tan diversos factores que nos han llevado a esta situación socioeconómica actual. Las desigualdades sociales sumadas al crecimiento descontrolado y destructivo de la sociedad, del llamado primer mundo, ha terminado por estrellarse de manera estrepitosa contra sí misma y arrastrará a toda la sociedad hacia una oscuridad profunda si no somos capaces de buscar soluciones que comprometan a todos y que den opción de supervivencia a todos, en la cumbre de los 20 se han tratado cuestiones demasiado genéricas que no dan solución los que padecen mas directamente los efectos de esta crisis.



También hay que tener en cuenta otro factor que tanto adolece este mundo en el que vivimos, pero que ahora parece eclipsado por la crisis económica mundial, este factor sería el de “ El Cambio Climático”, este era un tema es tan importante a tratar, en la cumbre de los 20, con igual énfasis que la cuestión económica, porque en el fondo está todo ligado. Y es que la realidad de los problemas económicos, es que no hemos sido capaces de buscar soluciones globales económicamente eficientes para la sociedad, hasta ahora, lo único que hemos hecho, es buscar soluciones eficientes individuales y hemos actuado individualmente para potenciar nuestras soluciones. Por este motivo, es evidente que hay que aproximar los puntos de vista con el fin de crear una sociedad que se diluya con su entorno de manera eficiente, crear una sociedad sostenible medioambientalmente, que ofrezca soluciones globales a esta problemática y ahora es cuando podemos hacerlo y emplear el factor económico global para salvar al planeta y a quienes viven en él, tanto en el aspecto económico como en el aspecto medioambiental y es que sería un error monumental dejar pasar esta oportunidad que nos han brindado los ineptos que dirigen la economía mundial y no aprovecharla en crear un nuevo orden que establezca prioridades, que den opciones de futuro al planeta como tal, puesto que no se trata de derrocar nada, ni se trata de eliminar nada para imponer algo nuevo, se trata simplemente de potenciar soluciones que reactiven la economía mundial dentro de un marco ecoglobal, soluciones de futuro que sepan redirigir la industria e inexorablemente a la humanidad, hacia una eficiencia total en el aspecto medioambiental. Podemos reconvertir la industria del automóvil y comenzar a fabricar vehículos ecológicos, podemos potenciar la construcción de instalaciones de energía renovable, debemos apoyar activamente la industria del reciclaje, tenemos que formar, de forma eficiente y constante a las próximas generaciones, para que ellos acaben de consolidar una sociedad que respete su entorno en todos los ámbitos. Tenemos la obligación moral de hacerlo en nombre de todos, por todos y para todos y ésta es la mejor oportunidad que hasta ahora hemos tenido.

Para concluir este artículo, he elegido un extracto de las reflexiones de un hombre que se crió en la tierra de sus ancestros, las palabras de Nube Roja jefe de los Sioux Oglala, que así respondía al presidente de Estados Unidos Franklin Pierce, en 1854, cuando éste le quiso comprar las tierras de su pueblo:



“¿Cómo se puede comprar el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea
extravagante. Si nadie puede poseer la frescura del viento, ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que ustedes se propongan comprarlos? Mi pueblo considera que cada elemento de este territorio es sagrado. Cada pino brillante que está naciendo, cada grano de arena en las playas de los ríos, los arroyos, cada gota de rocío entre las sombras de los bosques, cada colina, y hasta el sonido de los insectos, son cosas sagradas para la mentalidad y las tradiciones de mi pueblo.La savia circula por dentro de los árboles llevando consigo la memoria de los Pieles Rojas. Los Caras Pálidas olvidan a su nación cuando mueren y emprenden el viaje a las estrellas. No sucede igual con nuestros muertos, nunca olvidan a nuestra tierra madre. Nosotros somos parte de la tierra y la tierra es parte de nosotros. Las flores que aroman el aire son nuestras hermanas. El venado, el caballo y el águila también son nuestros hermanos. Los desfiladeros, los pastizales húmedos, el calor del cuerpo del caballo o del nuestro, forman
un todo único.”

“Tal vez los Caras Pálidas se extingan antes que las otras tribus. Está bien, sigan infectando sus lechos y cualquier día despertarán ahogándose entre sus propios desperdicios. Ustedes avanzarán llenos de gloria hacia su propia destrucción, alentados por la fuerza del Dios que los trajo a estos lugares y que les ha dado cierta potestad, quién sabe por qué designio. Para nosotros es un misterio que ustedes estén aquí, pues aún no entendemos por qué
exterminan a los búfalos, ni por qué doman a los caballos quienes por naturaleza son
salvajes, ni por qué hieren los recónditos lugares de los bosques con sus alientos, ni por qué destruyen los paisajes con tantos cables parlantes. ¿Qué ha sucedido con las plantas? Están destruidas. ¿Qué ha sucedido con el águila? Ha desaparecido. De hoy en adelante la vida ha terminado, ahora empieza la sobrevivencia.”




Salud y República

Antonio García Leal

2 comentarios:

cumbre dijo...

Voy a trasladar las palabras que mencionas de Nube Roja a mi blog. Me han parecido oportunas y estimulantes al pensamiento humano (al pensamiento de algunos humanos). Gracias por tus textos y tus videos.

Anónimo dijo...

Apocalipsis 18 (Nueva Versión Internacional)

Apocalipsis 18

La caída de Babilonia

1 Después de esto vi a otro ángel que bajaba del cielo. Tenía mucho poder, y la tierra se iluminó con su resplandor.2 Gritó a gran voz:
«¡Ha caído! ¡Ha caído la gran Babilonia!
Se ha convertido en morada de demonios
y en guarida de todo espíritu *maligno,
en nido de toda ave *impura y detestable.
3 Porque todas las *naciones han bebido
el excitante vino de su adulterio;
los reyes de la tierra cometieron adulterio con ella,
y los comerciantes de la tierra se enriquecieron
a costa de lo que ella despilfarraba en sus lujos.»
4 Luego oí otra voz del cielo que decía:
«Salgan de ella, pueblo mío,
para que no sean cómplices de sus pecados,
ni los alcance ninguna de sus plagas;
5 pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo,
y de sus injusticias se ha acordado Dios.
6 Páguenle con la misma moneda;
denle el doble de lo que ha cometido,
y en la misma copa en que ella preparó bebida
mézclenle una doble porción.
7 En la medida en que ella se entregó a la vanagloria y al arrogante lujo
denle tormento y aflicción;
porque en su corazón se jacta:
"Estoy sentada como reina;
no soy viuda ni sufriré jamás."
8 Por eso, en un solo día le sobrevendrán sus plagas:
pestilencia, aflicción y hambre.
Será consumida por el fuego,
porque poderoso es el Señor Dios que la juzga.»
9 Cuando los reyes de la tierra que cometieron adulterio con ella y compartieron su lujo vean el humo del fuego que la consume, llorarán de dolor por ella.10 Aterrorizados al ver semejante castigo, se mantendrán a distancia y gritarán:
«¡Ay! ¡Ay de ti, la gran ciudad,
Babilonia, ciudad poderosa,
porque en una sola hora ha llegado tu juicio!»
11 Los comerciantes de la tierra llorarán y harán duelo por ella, porque ya no habrá quien les compre sus mercaderías:12 artículos de oro, plata, piedras preciosas y perlas; lino fino, púrpura, telas de seda y escarlata; toda clase de maderas de cedro; los más variados objetos, hechos de marfil, de madera preciosa, de bronce, de hierro y de mármol;13 cargamentos de canela y especias aromáticas; de incienso, mirra y perfumes; de vino y aceite; de harina refinada y trigo; de ganado vacuno y de corderos; de caballos y carruajes; y hasta de seres *humanos, vendidos como esclavos.
14 Y dirán: «Se ha apartado de ti el fruto que con toda el alma codiciabas. Has perdido todas tus cosas suntuosas y espléndidas, y nunca las recuperarás.»15 Los comerciantes que vendían estas mercaderías y se habían enriquecido a costa de ella se mantendrán a distancia, aterrorizados al ver semejante castigo. Llorarán y harán lamentación:
16 «¡Ay! ¡Ay de la gran ciudad,
vestida de lino fino, de púrpura y escarlata,
y adornada con oro, piedras preciosas y perlas,
17 porque en una sola hora ha quedado destruida toda tu riqueza!»

Todos los capitanes de barco, los pasajeros, los marineros y todos los que viven del mar se detendrán a lo lejos.18 Al ver el humo del fuego que la consume, exclamarán: «¿Hubo jamás alguna ciudad como esta gran ciudad?»19 Harán duelo,[a] llorando y lamentándose a gritos:
«¡Ay! ¡Ay de la gran ciudad,
con cuya opulencia se enriquecieron
todos los dueños de flotas navieras!
¡En una sola hora ha quedado destruida!
20 ¡Alégrate, oh cielo, por lo que le ha sucedido!
¡Alégrense también ustedes, *santos, apóstoles y profetas!,
porque Dios, al juzgarla,
les ha hecho justicia a ustedes.»
21 Entonces un ángel poderoso levantó una piedra del tamaño de una gran rueda de molino, y la arrojó al mar diciendo:
«Así también tú, Babilonia, gran ciudad,
serás derribada con la misma violencia,
y desaparecerás de la faz de la tierra.
22 Jamás volverá a oírse en ti
la música de los cantantes
y de arpas, flautas y trompetas.
Jamás volverá a hallarse en ti
ningún tipo de artesano.
Jamás volverá a oírse en ti
el ruido de la rueda de molino.
23 Jamás volverá a brillar en ti
la luz de ninguna lámpara.
Jamás volverá a sentirse en ti
el regocijo de las nupcias.[b]
Porque tus comerciantes
eran los magnates del mundo,
porque con tus hechicerías
engañaste a todas las naciones,
24 porque en ti se halló sangre de profetas y de santos,
y de todos los que han sido asesinados en la tierra.»